Skip to main content

Homilía para la Eucaristía del domingo 26 de junio de 2022.

Paz y Bien a todos ustedes.

DOMINGO TRECE DEL AÑO. 

1Reyes 19,16.19-21: La vocación de Eliseo. Es elegido como sucesor de Elías para ser profeta. Con prontitud deja todo y entra al servicio del profeta  Elías. 

Gálatas 5,1.13-18: El cristiano, por ser justificado, está llamado a ser libre, no esclavo de los deseos desordenados del dominio del egoísmo. 

Lucas 9,51-62: Jesús camina hacia Jerusalén para cumplir la Voluntad de su Padre.  Pone las condiciones para seguirlo. 

1.- Lo primero que podemos decir es que el Señor es quien elige a quien Él quiere para que sea su portavoz, sin importar su condición. Así llamó a Isaías, Jeremías, Elías y a Eliseo. Y todos fueron generosos en responder a este llamado: ser portavoz = Profeta. Su tarea, dar a conocer a los demás lo que el Señor quiere, no lo que a él se le ocurra. Pero el que ha sido llamado también ha sido capacitado. En el Antiguo Testamento al que Dios llama le hace un gesto externo. Así, a Isaías purifica sus labios, a Jeremías toca su boca, a Eliseo se le cubre con el manto de Elías para comunicar el espíritu del profeta. Sea el gesto que sea, se está dando a entender que el elegido de Dios es ahora pertenencia de Dios y debe hacer lo que Él le diga. Y para esto el que ha sido llamado tiene que ser dócil. 

2.- El cristiano también ha sido llamado por el Señor para que lo siga. Y Él llama a quien quiere. Me llamó a mí, a ti, a todos.  También el cristiano ha sido capacitado, no con un gesto externo, sino con la Fuerza de Dios. Todos hemos sido ungidos con el Espíritu de Dios, de modo que, como nos dice hoy san Pablo: “Esta es la libertad que nos ha sido dada en Cristo”. El Señor nos llamó para ser libres, nos rescató de la esclavitud del pecado. Y la mejor manera de vivir esta libertad es viviendo en el Amor a Dios y al prójimo. A la verdad, hemos cambiado de Amo. Antes obedecíamos a la ley de la carne, es decir,  a los impulsos puramente humanos, nos dejábamos llevar de nuestras mañas. Ahora obedecemos al Espíritu de Dios. Por eso la vida cristiana es esencialmente una vida espiritual. Sólo viviendo de esta manera podremos ser portadores de Dios en el mundo de hoy. 

3.- El mundo se caracteriza por ser un mundo lleno de esclavitudes. Por más que el ser humano pregone que es libre y luche por la libertad, va creando una red como telaraña que lo aprisiona y esclaviza. Se siente aprisionado por las propias leyes que ha creado, esclavo de sus pasiones y mañas. Ha creado un clima de intolerancia, no respeto, que culmina en la violencia. Es que en el mundo reina el ‘príncipe de este mundo’. Y en la persona rige la ley de la carne, cuyos frutos son: fornicación, libertinaje, idolatría superstición, rivalidades, envidias, etc., etc. (cfr. Gálatas 5,19-21). Es la misma Palabra de Dios la que describe esta realidad de la que nosotros hemos sido rescatados. Porque hemos sido llamados a ser libres, no esclavos de nada, ni de nadie. 

4.- Llamados a ser libres yendo en pos de Cristo. Una vez más el Señor nos hace ver a qué se expone el que pretende ser su discípulo, y es muy claro en decirlo. Se expone a ser rechazado, como lo fue Él por los samaritanos, que no lo quisieron recibir. Se expone a ser considerado un hombre sin nido, que no tiene dónde caerse muerto. Fíjese lo que dice un texto bíblico: “¿Quién puede fiarse de un salteador que va rápidamente de ciudad en ciudad? Así sucede con el hombre sin nido, que se alberga donde lo sorprende la noche”. (Eclesiástico 36,26-27).  Y a estos no se les abre la puerta, son personas peligrosas.  

Hoy la Iglesia es poco creíble, está muy desacreditada, tiene mala fama. Y, a pesar de todo, es la única manera de lograr la libertad siguiendo a Cristo, aceptándolo. Él es quien nos regala su Espíritu de filiación. Somos hijos; por eso somos libres. Y tenemos que demostrar que somos libres.  Somos hijos, por eso comemos el Pan de los hijos para poder ser portavoces de Dios en el mundo de hoy. 

Es el Señor quien nos llama y nos envía para que seamos pescadores – rescatadores de tanto esclavo como hay en el mundo. ¿Lo haremos? 

Hermano Pastor Salvo Beas.